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12/9/08

Una historia cualquiera

Se levanta por la mañana. Comienza el ritual mecánicamente, calcado de cada mañana: ducha, elección de vestimenta, preparación del desayuno y su ingestión. Limpieza bucal, recogida de enseres para salir a la calle y comprobación de que todos están en su posesión (con mucha frecuencia falta alguno). Sale, da dos vueltas a la llave para cerrar, aunque después, por el camino, es muy probable que dude sobre si realmente ha cerrado, no obstante dará por hecho que lo hizo. Se dirige a donde siempre a hacer lo de siempre.

Termina, regresa, se da cuenta de que cerró correctamente, se quita la ropa de trabajo y se pone la de andar por casa. Prepara la comida ya que no quedan sobras comestibles del día de ayer. Come, reposa, según el caso vuelve o no, al lugar de siempre, a completar las 8 horas de la jornada laboral.

Busca algún plan para hacer en su tiempo libre: unas cervezas, un partidillo, ir de compras, al cine, o sencillamente se queda en casa, viendo la tele, ojeando internet, escribiendo algo.

Duerme.

Se levanta por la mañana. Comienza el ritual mecánicamente, calcado de cada mañana: ducha, elección de vestimenta, preparación del desayuno y su ingestión... entonces, un día, ve que está solo. Y que es una persona sin objetivos, sin metas. Tiene porvenir, tiene trabajo, estudios, salud, sin embargo no sabe hacia donde va. Vive cada día, los planes los hace con una semana de antelación, a veces en una tarde, en una hora. No sabe dónde estará el año siguiente, aunque haciendo retrospectiva se da cuenta de que no andará muy lejos: el año pasado estaba ahí, este año está ahí. Y estaba solo y sigue solo.

No tiene objetivos, no tiene metas, no tiene deseos. Se encuentra con sus allegados, pasan un rato juntos: unas cervezas, un partidillo, un rato de cine. Ve en ellos su misma expresión, disfrutan el momento, pero no tienen metas ni objetivos. Pasan cada día como el anterior, enfocados hacia su labor diaria. En su tiempo libre se ven: unas cervezas, un partidillo, un rato de risas. Se miran los unos a los otros y alguien lanza la pregunta: "¿Dónde estaremos el año que viene?" Uno de ellos ya se lo ha planteado y expone la retrospectiva: "Estábamos aquí, así que seguiremos aquí".

La idea del estatus fijo, de la vida lineal con un principio claro y un final también claro les recorre la espalda como un escalofrío y ven que es verdad. Se levantan por la mañana, repiten mecánicamente el ritual. Y en su tiempo libre queman unos cuantos minutos.

Alguno plantea que seguir en el mismo sitio no es lo peor que les puede pasar, ni mucho menos. No estar, depende de en qué circunstancias, sería mucho peor. Ante esta perspectiva deciden que hay que vivir el momento, porque ahora el futuro se ve incierto: ¿Dónde estaremos? Deciden quemar cada minuto.

A la mañana siguiente se levantan, cada uno en su propia soledad. Repiten el ritual mecánicamente. Se miran al espejo y se preguntan: ¿Envejezco? ¿Cambio? ¿Siempre he estado igual? No lo sé. Cada mañana veo a la misma persona en el reflejo, la misma persona con las mismas inquietudes. Hacia dónde va. No lo sabe.

Continúa con el ritual y va al lugar de siempre a cumplir con sus 8 horas según convenio. Se pregunta qué hace ahí y piensa en las horas no laborales, en las que es libre para utilizar su tiempo. Durante estas 40 horas semanales gana su derecho a tener un tiempo para él. Sin embargo no siente que ese tiempo libre sea suyo. "Yo no soy el dueño de mi propia vida, sin rumbo, sin meta, sin objetivo, es ella la que me lleva, siempre por la misma línea, el mismo ciclo". Decide seguir quemando el tiempo libre, porque así, de alguna oscura forma siente que toma las riendas de una vida que no es suya.

¿Cuándo acabará la mecha? Mira su reflejo tenue en el cristal de la ventana y ve a una persona que nunca ha cambiado y que seguirá ahí.

No estar ahí, depende de en qué circunstancias sería mucho peor.

La vida sigue.

1 comentario:

  1. Carlos, este dia estabas realmente pesimista. Te esta saliendo el monstruo de la vejez y del aburrimiento... Yo empecé igual y mirame, casado con un hijo y otro en puertas, y sigo igual de aburrida y mas vieja que el dia que me enpezó a aflorar el Yeti del interior. Pisotealo, todavia puedes, no te dejes vencer, !que todos los dias no son iguales! !!COÑO!!
    Tambien tengo que decir que es una historia buenisima, y la forma de narrarla buenisima tambien.
    Bsitos. Maria Jose.
    P.D. ¿ que pseudonimo me puedo poner yo para firmar en internet? Es que como te veo tan inspirado...je,je,je.

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