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14/2/09

Nuestros actos

¿Por qué hacemos las cosas? La verdad es que intentar dar una explicación en lo que dura la entrada de un blog es absurdo. Y que yo intente dar una explicación a tamaña complejidad es otro absurdo.

Las cosas no se hacen porque sí, por pensamientos aleatorios o porque seamos buenos o malos. Siempre hay una causa subyacente. Siempre hay un gusano que nos produce un cosquilleo en la boca del estómago o en la región límbica del cerebro o incluso en la parte consciente, que nos lleva a actuar de una determinada manera.

El deber, el poder, el desear, la necesidad… son formas de entender una misma idea en diferentes graduaciones. Tal vez desde distintos puntos de vista, pero no deja de ser un mismo concepto: el impulso irrefrenable, unidireccional, a veces irracional, que nos lleva en un sentido o en otro.


Deber, según Beuxi, es “estar obligado a algo”. Yo añadiría algo más a esa definición: la obligación de hacer algo aún no estando seguro. El poder es algo que está en tu mano, pero que no siempre deseas hacer. El desear es algo positivo o negativo que te conduce hacia un fin, desde tu fuero interno hacia tu objetivo y que puede no ser más que una ilusión en tu mente. La necesidad es mucho más fuerte y no te plantea los pros y los contras de lo que pueda acaecer, sencillamente se lanza a por un objetivo sin pensar en las consecuencias.
La necesidad provoca comportamientos casi irracionales. Se podría decir que sin explicación. Pero nada de lo que se hace porque se necesita es inexplicable.

Todo comportamiento fruto de la necesidad tiene una vertiente racionalizable. No existe el comportamiento aleatorio en los actos causados por la necesidad. Nacen desde muy adentro y se representan fuera, en forma de actitudes, acciones, gestos, apariencias, que te muestran diferente o te llevan a realizar actos que en otras condiciones no harías.

Cuántas veces nos hemos visto haciendo cosas extrañas, fuera de lo común y tras realizarlas nos hemos dicho: “joder, necesitaba esto, lo necesitaba, y qué bien me ha venido hacerlo”. Sale de dentro sin que lo sepas y te conduce hacia donde quiere llegar, hacia el momento en que la necesidad queda aplacada o, en su caso, aletargada.

Escribir esto no es casual, hablar de este tema no es casual. ¿Es necesidad? ¿Es deseo? ¿Es deber? Algo es, os lo aseguro. Nunca hago nada “porque sí” y si alguna vez os he dicho que es por eso, os he mentido.


No me pimplé esta birra "porque sí"...

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