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5/11/08

Estoy contagiado, infectado...

La moda es un fenómeno de lo más traicionero. Te atrapa, te hace sentir bien y no pasa mucho tiempo hasta que te hace quedar como un auténtico gilipollas.

La moda se crea en las mismas mentes que disfrutan viendo como nos aborregamos. Digamos que se crea arriba, en las mentes que hay arriba. Cogen ideas ya pasadas, las entremezclan, cosen retales de aquí y de allí (como mi máscara de Serial Killer de la otra noche) y se las ponen encima a cuerpos esculturales. La nueva colección no nos gusta, pero tiene algo de novedoso y, adornado por los modelos que la portan, despierta en nosotros una atracción. Despierta una sensación agradable en nuestra "parte de atrás" (como a mí me gusta llamarla).
En realidad no nos gustan los trapos y abalorios que llevan. Nos gustan ellos/as.


¡Cómo disfrutaría todos los días disfrazado!

Seguidamente se adaptan las prendas al gran público. Los diseñadores de Zara y demás, unos cachondos, se ponen a tirar del álbum fotográfico de su familia y empiezan a sacar ideas de otros tiempos, con el añadido de lo que se ha puesto en las pasarelas: "Venga, ahora los pantalones de pitillo de los '90 pero con tela brillante"; "me apetece que las rayas sean verticales, que ayer vi Beetlejuice y se me ocurrió la idea"; "ahora el anorack negro que vi el otro día en el armario de mi tía, con gorro y pelo alrededor del borde de éste
y que usa para ir a coger aceitunas, añadiéndole un bordado rojo en el pecho izquierdo"; "¿qué me decís de la camisa que me achicharró ayer la secadora y se quedó más arrugada que una pasa, poniéndole el cuello liso de otro color?"... Continúan así hasta que te llenan de novedosos diseños las estanterías de sus flamantes tiendas ambientadas con música torpedeante. Publicitan sus creaciones en las marquesinas de los autobuses, con anuncios en los que aparecen más cuerpazos y bellezas vestidos/as con sus trapos, entrando a saco a la "parte de atrás".

Seguidamente visten con las más vistosas de esas prendas a nuestros habituales presentadores, tan conocidos como a nuestros propios padres, y nos los plantan en la caja tonta (que según Timofónica, ya no es tonta). En principio los vemos raros, tanto que comienza la comidilla: "¿has visto al Jesús Vázquez con sus pantalones rojos? ¡Qué mal le quedaban!" "¿Has visto al del corazón con la camisa arrugada? ¡Qué cosa más rara!" "¿Viste anoche al pericolospalotes con la camiseta de cuello de pico hasta el ombligo? ¡Un mariconazo!". Los vemos así hasta que llega la siguiente fase.

Es nuestro turno, ahora algunos de nosotros, los más guaperas del pueblo llano se atreven con los modelos más extravagantes de las tiendas. Los lucen de día y de noche. Se compran las gafas de sol más grandes (hoy en día, no hace mucho se llevaban pequeñas) y se dejan las botas desabrochadas, los pantalones bajo la raja del culo y las camisetas vete tú a saber. Los aún no infectados miembros del pueblo llano los miran: "Qué raro.." "Qué feo..." "Qué metrosexual..." "Qué maricón..." pero no han podido evitar que algo se haya activado de nuevo en su "parte de atrás".

Al final todos acudimos a las tiendas, devoramos lo que nos dan, embolsamos en sus arcas millones, mientras piensan en el próximo paso y las mismas mentes que disfrutan viendo como el rebaño desfila en manada hasta sus imperios de moda, calculan el nuevo cambio.

Al año siguiente, los percheros de las tiendas lucen pantalones en tonos ocres y camisas de tejido liso y tú aún te empeñas en llevar tu camisa quemada por la secadora y tus pantalones en tonos vivos. Y entonces te das cuenta de que la moda te ha convertido en un gilipollas y tienes que renovarte.

Y transcurrido un ciclo, cuando en cinco ocasiones el armario se te ha quedado pequeño, has tirado a la basura la ropa de dos temporadas atrás y se han asegurado que ya no recuerdes el pasto que comiste un lustro atrás, te venden la misma mierda y vuelven a infectarte y a despertar en ti la misma necesidad de poseer lo mismo. Encuentras en el armario tu jersey con rayas verticales, muy a la moda, y te das cuenta de que está roído porque al final lo usabas para ir al campo con tu padre a cavar los olivos. "Quién lo iba a pensar, pasó de moda".


Este mes llevo un pastizal dilapidado en ropa y eso me tiene cabreado con los masters de la moda. Me han contagiado, me han infectado... y me gusta.

Y pensar que hasta hace poco menos de un año el 70% de mi fondo de armario databa de mediados de los '90
(verificado con la prueba del Carbono14)... Sisque tiene cojones.

3 comentarios:

  1. que maricón metrosesual... jeje

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  2. Vamos kanfor cuando has ido tu a cavar olivos...

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  3. No reveles ese gran secreto mío: que soy un ganduul!! XD

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