Secciones

9/11/08

El abrazo

Estoy frente a ti, te observo, te miro a los ojos y me acerco a ti. Abro los brazos y veo como entras en ellos.

Te abrazo y quiero que el Universo se detenga.

Sé que no debería, no me has tratado bien, me has menospreciado y sé que no me quieres. Pero aún así soy tonto y no puedo resistirme a sentir tu calor.



Desconecto del mundo que nos rodea y sólo estás tú, una presencia mágica, la única energía templada en esta noche fría. Cierro los ojos y no hay nada más que lo que me transmiten los receptores de mi piel y mi nariz. Desprendes calor bajo tu abrigo largo. Tu pelo tiene un olor dulce, a algún suavizante caro. Embriagas mis dos sentidos menos valorados. No me importa que seas guapa, rubia o morena, piel tostada o pálida. Sólo me importa tu presencia cercana, la temperatura de tu piel.

Soy tonto y sé que no debería estar aquí, pero me abandono a tu calor.

Noto como te estremeces y como lloras. Siento bajo mi barbilla, en mi cuello, la humedad de tus lágrimas. Están templadas, pero el viento frío rápidamente las vuelve heladas. Te oigo gemir, lamentarte, y continúo estando en un mundo ajeno a la luz y el sabor. Sólo el olor de tu pelo, el calor de tu cuerpo y el gemido de tu desazón componen el mundo en el que estoy ahora.

Soy tonto y no debería tenerte entre mis brazos, pero no puedo desaprovechar esta oportunidad ya que me gustas demasiado como para darte la espalda e irme.

La ciudad se ha apagado, el cielo no tiene estrellas, el aire otoñal no es real. Sólo tu abrazo, cálido, húmedo y tembloroso hace que me sienta vivo. No soy capaz en estos momentos de hacer nada lejos de ti. Eres lo único que hay en mi mundo, a pesar de que sé que no te tengo. Estás tan cerca y a la vez tan lejos que no siento que seas mía. No siento que este abrazo sea mío. Es tuyo y lo necesitabas. Yo te necesitaba a ti y me dejé llevar.

Soy tonto y sé que no debería estar aquí.

Ahora lloro, siento como mis lágrimas caen en tu pelo y éste desprende un olor húmedo mezclado con el del suavizante caro que utilizas. Mis mejillas sienten como resbalan mis lágrimas, volviéndose rápidamente frías en su recorrido. Lloro y sé que esto no es más que un sueño y que si abro los ojos te esfumarás, conectaré con la realidad y veré que no estás ahí. No recuerdo cómo he terminado aquí, cómo una noche cualquiera en la que deseé estar a tu lado, se ha convertido en un abrazo cálido, pero a la vez húmedo y frío. Tú necesitas esto y yo sé que me sentiré desgraciado cuando termine.

No me atrevo a mover un músculo porque temo que seas un fantasma, o un gato arisco que huye al menor movimiento. Querría acariciarte, querría recorrer tu cuerpo con mis manos heladas. Pero temo que si lo hago esto termine y te esfumes.

También sé que soy tonto y estar aquí, abrazado a ti, acabará haciéndome daño.

Tus lágrimas empapan el cuello de mi camisa. Siento frío y siento cómo te estremeces. La humedad de mis lágrimas y la de las tuyas es fría y sé que lo notas. Querría estar en otro lugar, lejos de mi vida y de la tuya, donde sólo importara este abrazo, este acto de ternura.

Te siento tan cerca y a la vez estoy tan solo que sé que no debería estar aquí.

Abro los ojos y veo como el viento levanta las hojas amarillas desparramadas por el suelo en este otoño gélido. Veo tu pelo oscurecido por mis lágrimas, siento como algo líquido escapa de mi nariz y sorbo. La magia se esfuma. Te veo, eres tú y sé que no estás aquí, que estás a la vez cerca y lejos de mis brazos.

Siento que soy un tonto y decido irme. Este abrazo no me hará bien.

Te beso en la frente y te digo adiós. Siento como en el fondo de mi garganta se produce un te quiero, pero lo ahogo como si fuese mi peor enemigo. Saco un pañuelo y te seco las lágrimas. Seco las mías y me limpio la nariz. Hace años alguien recogió numerosos pañuelos empapados en mi llanto. Hoy soy yo quien recoge el llanto de alguien que me ha necesitado y que no me volverá a tener cerca. Yo querría lo contrario, pero en este mundo de decisiones a menudo no eres tú quien eliges.

Me doy la vuelta y me marcho. El viento agita las hojas en un vals frenético. Me siento un tonto y sé que atesoraré tu calor y el olor de tu pelo, a suavizante caro y humedad, como un niño pobre su único juguete.

Y mientras tanto te echaré de menos y seguiré solo.

1 comentario:

  1. Joder que don de palabra, pa mi lo quisiera. Si es q con to lo embrutecio q estas vales mas q las pesetillas rubias so jodio.Al final empezare a valorarte como persona y no como cosa jejeje.Eres mi idolo "Gasman".

    ResponderEliminar